Últimamente me he estado devorando "El Idiota" de Dostoievsky. Es la historia del príncipe Mishkin, un joven epiléptico y huérfano, marginado de la sociedad rusa y criado en un pueblito suizo. La historia se desarrolla desde la llegada de este hombre/niño, sensible y transparente a la sociedad de San Petersburgo de mediados del s. XIX. Una sociedad donde los títulos de nobleza, el dinero y el éxito social predominan. El príncipe, llega solo con una maleta y un viejo traje a casa de un renombrado general, a raíz del cual empieza a relacionarse con personas corrompidas y materialistas; impulsivas y seductoras. El es un idiota a ojos de esa sociedad, pero a ojos del lector se trata de una persona muy sabia, coherente y sensible. El clásico juego de las novelas de Dostoievsky, que nos lleva a a sospechar de lo establecido y de valores que un determinado mundo ve como incuestionables. Hay quienes nos preguntamos y sospechamos de lo que se nos ofrece como verdad absoluta, como un príncipe Mishkin cualquiera. Y no es nada sencillo, a ratos tenemos que pagar el precio de la humillación o pasar por desadaptados o incomprendidos solo para que cierto verdugo no enferme de frustración y para que el mundo siga girando, con su soberbia incluída.
Me pregunto ¿qué sería de este mundo sin los "idiotas"? ¿qué pasaría si nos creyéramos todo lo que se instala frente a nuestros sentidos?, ¿si nos convenciera lo que hablan los periódicos y lo que dicta el último grito de la moda?, ¿si aceptáramos como verdad absoluta el discurso de ese político que parece tan convencido de lo que dice?, ¿o si nos creyéramos los juicios, cualquiera que estos sean, sobre nuestra persona?
Recorriendo estas páginas, me pregunto qué tan idiota soy. Me imagino que casi cualquiera que lea esta novela se sentirá identificado con el príncipe idiota; una de las virtudes de la narrativa de Dostoievsky. Sin embargo, no son muchas las que realmente lo son. Desde el punto de vista de esta novela, que me nombraran idiota sería un verdadero halago, porque se trata de alguien que tiene que ir contra la corriente para no contradecirse, un verdadero héroe.
El otro día conocí a un dibujante que me enseñó uno de sus dibujos; diferente al concepto que suelo tener de un dibujo. El se imaginaba espacios en la ciudad y los desarrollaba hasta que parecieran lo más real posibles. Luego, como una cámara objetiva, la imágen se acercaba abarcando todo el volúmen del dibujo (en 3D) que parecía estar saliéndose de la pantalla del ordenador. En este caso, se trataba de un edificio solitario, flotando en un enorme campo de pasto, y con un árbol que se reflejaba como en un espejo.
Minutos después, la conversación se desvió hacia el príncipe Mishkin y comencé a hablarle de este curioso personaje. No comprendía el motivo que me llevó a hablarle del idiota, pero luego se me vino la imagen de su dibujo e imaginé que los personajes de Dostoievsky y el príncipe en particular, están desarrollados de manera tal que puedes conocer sus fortalezas y flaquezas, lo que te permite comprenderlos (y amarlos) como su propio creador. Se trata de personajes tridimensionales y de una sensibilidad especial para percibir al otro: ¿te veo como un dibujo plano o con todas tus dimensiones y contradicciones? ¿soy capaz de sacarte de tu contexto y no juzgarte por lo que me enseñas ahi parado frente a mí?
Las personas tenemos varias dimensiones o perspectivas de nosotros mismos. Recuerdo una novelita de Pirandello llamada algo así como "Uno, ninguno y cien mil" que te enseña las diferentes facetas que puede tener una persona. Nosotros somos muchos a la vez: la imagen que me devuelve el espejo un día tal, cómo me ve el vendedor de la esquina o mi pareja. Pero sería diferente si fuéramos capaces de ver al otro en sus diferentes dimensiones, como un volúmen más que como una imagen plana.
De alguna manera, como están las cosas hoy en día (ni siquiera es necesario entrar en detalles) ser idiota, así como el príncipe mishkin, no solo es ser un artista incomprendido, sino alguien capaz de sospechar de lo que la realidad le está ofreciendo, aceptar esa sospecha y dudar de los discursos e imágenes que se te imponen. La única certeza que tengo viene de las imágenes que crea mi mente y de darle una oportunidad al otro como una compleja figura tridimensional, así como ese dibujo que me enseñó mi amigo o como un personaje de Dostoievsky.
3 comentarios:
Isa, escribes precioso este texto es una joya. Me sentí muy idiota
Idiote je t aime. Tema de Charles Asnavour.
isaaa, que gueno saber que te vas a pasear, yo tb me paseo por aca, pero hace poco que cambie de compu,y este me abre las ventanas para posater y poder leer mis, post a dif del anterior. La otra vez recordaba esa tertulias y el vino. Esa vez que tu te tomaste tu botella de tinto y yo de blanco ufff que dias no
besos
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