Después de un día más de trabajo, me dispongo a caminar hacia el metro tratando de esquivar la lluvia y de adquirir el primer paragua ambulante que se atraviese en mi camino. Una vez protegida, me dirijo a una librería para obtener un acrílico negro, que meto en la mochila después de reiteradas advertencias de la vendedora.
-Le va a explotar lola
-No, si no pasa ná, le digo con toda seguridad y me dirijo decidida al metro, esperando al fin llegar a la casa porque el hambre me está matando.
En la boletería compro dos boletos de horario alto y recordando las palabras de la vendedora, me aseguro de que el acrílico aún se mantenga en su lugar y de pasadita aprovecho de cerrar uno de los bolsillos laterales de la mochila que se mantiene tentadoramente abierto -¿yo con algo abierto?-
Esperando el tren, siento un sutil tirón en mi espalda y reacciono inmediatamente tocando el bolsillo chico de la mochila y me entero de que éste está completamente abierto y sin mi billetera.
Mi reacción fue inmediata; con un acto reflejo, me doy media vuelta y agarro al primer tipo que se encuentra rosando mi espalda "¡Mi billetera!", "devuélveme mi billetera" "¡Me robaron!, ¡me robaste!" le decía haciéndome la convencida de que él había sido aunque en el fondo de mí guardaba cierta sospecha de que podría ser inocente.
-¿Yo?, no, yo no tengo tu billetera, me dice descaradamente soltando una ráfaga a copete que confirma su culpabilidad.
Yo lo seguía culpando. Lo tenía agarrado de la chaqueta y él trataba de librarse y meterse al vagón que recién se había detenido frente a nosotros.Y una vez que el tipo esta dentro, cuando las puertas empiezan a cerrarse, lo saco de un tirón mientras intento descifrar lo que unas señoras dentro del tren tratan de decirme. Apuntan el suelo, y yo les grito "¿Está adentro?, ¿se quedó en el tren?"
"No, en el suelo" me gritan dos de ellas haciendo toda clase de gestos y apuntándome.
Cuando me doy vuelta, el supuesto ladrón había escapado y mi billetera estaba tirada en los rieles eléctricos, abierta de par en par, donde podía ver hasta la patética foto de mi carné.
-Bueno, al menos ahí está segurita me dije y llamé inmediatamente al guardia para contarle todo.
-No se preocupe, le vamos a solucionar su problema, me aseguraba él con espíritu heroico y un entusiasmo casi maniaco, -clásico de los guardias de lugares donde no pasa nada exitante-
Guillermo, como dijo llamarse, corría de un lado a otro, y usaba su "wokitoki" para comunicarse con otros guardias y con el único Ser que podía meter sus manos en los rieles y dar la orden de cortar la corriente.
Me pasé desde las siete hasta las 10 de la noche esperando que el único con el poder de desconexión apareciera a salvar mi billetera, para lo que tuve que hacer hora paseándome por las calles de Provi, con lluvia y mi nuevo paragua.
El final fue felíz, la billetera volvió a mis manos, con todas las lucas y documentos, y alcanzé a tomarme el último metro para llegar a mi casita.
miércoles, junio 15, 2005
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2 comentarios:
el de un titulo para cada dia me encanto, me identifique bastantre con el concepto
buena cascabelis estas escribiendo muy bonito, que linda que eres, te felicito, sigue dandole a la escritura y al arte , te manejas.
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