jueves, abril 22, 2010

"The Search for The Codex Cardona": La última obra de Arnold Bauer, publicada en Duke UP, 2009



Supongamos que “The Search for the Codex Cardona” de Arnold Bauer, fuera una novela de ficción, que abriéramos la primera página sin saber que esta historia realmente sucedió, ni que el autor, el narrador y el protagonista son una misma persona. Bastaría sólo con ponernos en el lugar del protagonista, quien nos transmite desde las primeras páginas el deslumbramiento que le provoca un viejo y misterioso manuscrito mexicano que desaparece tan repentinamente como aparece ante sus ojos una tarde en el laboratorio “Crocker” de la Universidad de California, transformándose en una obsesión de la cual nos hace partícipes hasta la última página.

Cual novela detectivesca, el protagonista nos plantea un misterioso “caso” y dos interrogantes principales sobre el origen y el destino de este exquisito manuscrito de trecientas páginas del siglo XVI que podría incluso cambiar el rumbo de la historia que actualmente conocemos sobre la conquista de México, así como de las costumbres y creencias de sus antiguos habitantes. Pero como el burro que persigue la zanahoria sin nunca alcanzarla, el protagonista nos va llevando por diversos caminos, algunos que nos parecen más certeros que otros y cuando creemos estar apunto de dar con la presa, ésta se nos escapa de las manos. Así es como, suponiendo que esta fuera una novela detectivesca en la que impera el misterio, vamos siguiendo palmo a palmo las conjeturas e hipótesis que parecieran ir despejándonos las incógnitas sobre este códice inédito. Es el camino recorrido, más que el lugar al que nos conduce, el que haría de ésta una novela que cuando comenzamos no podemos parar de leer. En este camino, aparecen curiosos personajes tanto del mundo académico, como coleccionistas de arte, viejos investigadores, galeristas o millonarios aficionados cuyas manos alguna vez recorrieron estas láminas. En el camino también nos encontramos con la desventurada expulsión de los jesuitas en América, con un importante gobernador de la época, así como de una noble familia española que podría haber dejado descansar el códice siglos enteros como una pieza más entre sus extensas colecciones heredadas. Por todos estos caminos nos conduce el protagonista; caminos que se bifurcan, llevándonos hacia otros más pequeños, que podrían acercarnos a la verdad. ¿Dónde se encuentra el códice?, nos seguimos preguntando a medida que avanza la novela y cuando creemos que estamos por hallar la respuesta, ésta se escapa de nuestras manos.



También se nos plantea otra pregunta esencial : ¿Este manuscrito realmente data del siglo XVI o se trata de un trabajo posterior; de una falsificación moderna como una fecha escrita en radiocarbón sugiere? A estas alturas, las dudas sobre su autenticidad no son de real importancia, ya que las descripciones que nos dan los expertos se encargan de aclararnos que el Códice Cardona, real o falso, posee un valor en sí mismo.

Como obra de ficción detectivesca, ésta cumpliría todos sus objetivos, sin embargo y ahora dejamos las suposiciones de lado, esta obra es real; el Códice Cardona no salió a la luz pública sino hasta 1982, en la casa londinense Sotheby y fue visto por primera y última vez por Bauer veinte años atrás. Prueba de esto se aprecia en las reproducciones de algunos de los dibujos que deslumbraron al autor. Siendo real, el interés de esta obra que podríamos clasificar como testimonial, crónica novelada o simplemente de “no-ficción”, se hace muchísimo mayor ya que el Códice Cardona realmente existió y seguramente, aunque desperdigado, se encuentra en manos de algún o algunos desconocidos. Como lectores nos sentimos privilegiados de conocer la existencia de un manuscrito de valor único, que nos acerca a un pasado histórico que al parecer aún no termina de construirse. ¡Es real! El Códice Cardona existe o existió… y quizás como especula el autor ha pasado por manos de un viejo gobernador de la conquista o quedó apilado entre los objetos de colección de una familia noble de Sevilla. Quizás realmente fue un minucioso trabajo encargado en 1940 por Barlow, el mayor experto en etnohistoria mesoamericana, o realmente fue una obra del S.XVI en el que indígenas y españoles trabajaron en conjunto para dejar constancia de sus costumbres y de lo que sucedía en plena conquista. Todas son hipótesis, algunas más creativas que otras y el autor se da permiso para ello, incluso dando pie a un romance trágico entre Barlow y un importante coleccionista. Conjeturas que dejan el camino abierto para acercarnos más al destino de este misterioso códice que nunca antes fue siquiera mencionado como referente histórico. Sin duda, esta obra nos abre una veta de interés por esta valiosa pieza de un puzzle que al parecer, aún no ha terminado de acomodarse, tanto para investigadores, historiadores o simplemente interesados por el tema, como para un lector común y corriente que busca pasar un buen rato de lectura.



El modo en que el autor/narrador/protagonista, Arnold Bauer, nos narra su experiencia, con elementos de la cotidianeidad, con un lenguaje sencillo y fluido; con toques de humor y sarcasmo que se pasea libremente entre los eventos del pasado y del presente, acercando esta obra a una brecha de lectores muy variada, más allá de las fronteras de España, México o Latinoamérica. Me atrevo a decir que incluso esta obra podría generar discusión a nivel internacional ya que surge de un objeto valiosísimo cuyo destino sigue siendo una incógnita. Por estos motivos es que esta obra que fue publicada en noviembre pasado por Duke University Press, podría ser igualmente de interés para editoriales que publican no ficción, así como para editoriales que tienden a publicar obras de ficción o Best Sellers. Creo que esta obra, en su máxima expresión podría ser un éxito a nivel mundial, por el amplio espectro de lectores que se interesarían en ella y porque en sí misma abre un debate no sólo en torno al tema particular del origen y destino del Códice Cardona, sino también porque nos obliga a cuestionarnos sobre el derecho que todos debiéramos tener a acceder a piezas históricas que se pierden en manos de particulares o instituciones, sin siquiera enterarnos de su existencia.

**Las imágenes son reproducciones del códice original, del cual nunca más se volvió a tener noticia.

**Para más información sobre este tema, sobre el libro (sólo está en inglés), o saber más sobre el autor escribirme a cascabela@gmail.com

6 comentarios:

Lauro corona dijo...

me encanta que retomes la escritura, es tu pasion, y nunca es bueno dejar las pasiones de lado........eso me ha pasado demasiadas veces y me agota. recuerdo la conversacion que tuvimos sobre este libro con junia, quede intrigado y al leer esto me intriga aun mas, que pena que el ejemplar este solo en ingles, me gustaria leerlo. te extraño, avisame apenas llegues del puerto, te quiero. perejil (nunca he entendido los fucking blog, porq no puedo comentar directo de donde tu escribiste?)

Isabel Hurtado dijo...

Lindo Eu, esperemos que el libro se publique en Español, estoy en eso. Y hablando de pasiones, ¿Cuándo vas a venir a cantar boleros al puerto? ¿Cuándo vas a publicar en algún lado las cosas preciosas que escribes?
Nos vemos aquí o allá, avisémonos.

un abrazo

Anónimo dijo...

buen día, me ha gustado el análisis que haces del libro, trataré de conseguirlo.
Y como comentario adicional, debo decirte que el códice existe, y es hermoso, yo lo tuve en mis manos hace más de 10 años...
saludos

Anónimo dijo...

Nada más leer las primeras líneas he concluido que todo es una falsedad, una patraña: no existe tal códice: CÓDICE, no codex. Para bien o para mal, los obispos españoles mandaron quemarlos casi todos y los pocos que se salvaron están en el Vaticano. Es por eso que a veces les llaman codex palabra latina por ser el latín la lengua oficial del Vaticano que traduce asi el español "códice" que en la Castilla del s. XV y XVI quería significar COMPILACIÓN DE LEYES, de historias, etc. Pero lo de este Cardona no responde al modelo, fecha y temática de los códices de la Nueva España: para empezar, y finalizar, los códices verdaderos están pintados en NAHUALT, nunca escritos en castellano

Esta fabulación retrotrae a una leyenda real: la de los códices de Murúa y Poma de Ayala en el área peruana; el segundo personaje era un indio que "pintaba estampas" para el español Murúa que estaba escribendo una 'crónica inca'; por razones que no sabemos ambos rompieron y cada uno por su lado escribió su propia crónica sobre el incanato -la de Poma de Ayala se alarga hasta los primeros virreyes. Ambas obras estuvieron perdidas durante siglos (seguro que por el saqueo de España a manos de soldados bonapartistas) y no reaparecieron hasta el s. XX., la original de Murúa en la biblioteca privada de un lord británico que o la robó o la compró a precio irrisorio a algún indio incauto, y ésta ha sido subastada varias veces. Busquen en Google los términos: Murúa, Poma de Ayala y Ossio (descubridor del ejemplar del 1º) de paso déjense de pendejadas: la historia de los cronistas de Indias, desde Colón a Hugh Thomas, es mucho más interesante que esta basura editorial, léanlas directamente sin intermediarios fantasiosos

Anónimo dijo...

ah, ya caigo... esta es la técnica británica del MAC GUFFIN... chicos, desconfíen de lo que se anuncia como "hallazgo definitivo que podría cambiar..." etc. la realidad palpable es que NUNCA se cambia nada y todo sigue igual. No son más que etiquetas comerciales

carlos hurtado dijo...

Regio tu artículo. Deberias escribir más.
ko