martes, agosto 23, 2005

Shao Hello 2


Luego del sangriento ataque que nos dejó a Ema y a mí refregándonos profundos rasguños en el baño, decidimos que esto no podría repetirse, y que debíamos deshacernos lo antes posible de Hello. Eugenio fue el primero en exigir el exiliodel gato, aunque los tres sentimos cierta piedad que nos llevó a decidir tomarnos un tiempo para conseguirle un hogar decente, con el espacio suficiente para que su psiquis no se viera tan extremamente afectada.

Decidimos encontrarle casa a Hello, pero antes lo llevamos al veterinario exigiendo algún tipo de explicación ante esa reacción asesina en nuestra contra. Pero éste no fue capaz de darnos respuesta alguna, nos dijo que era un tema complicado y que si estaba castrado era muy raro que atacara tan agresivamente y nos ofreció quedarse con el animal por un par de días para observar su comportamiento. Además nos aseguró que ese mismo jueves habría un seminario sobre violencia felina al que él asistiría y nos entregaría la información pertinente. También nos dio la alternativa de darle antidepresivos humanos para calmarlo mientras le encontrábamos otro hogar y por último, nos ofreció quedarse con él y a cambio darnos una gata tranquila y criada para llevarnos. Ninguna de las alternativas nos convenció, era absurdo empezar a gastar plata en antidepresivos y tampoco teníamos el tiempo de estarle dando cada cuatro horas esas extrañas gotas. Cambiarlo por una gata sería una traición, al que queríamos era a él, pero lo queríamos sano o con algún tratamiento accesible. Finalmente lo dejamos en "examinación" en un tétrico laboratorio.

Con la ausencia de Hello, mi vida se relajó bastante, ahora podía pasearme por cualquier lugar del departamento sin sentirme amenzada, podía echarme largas horas en el sillón sin un par de ojos diabólicos enfocándome, sin esos maullidos desesperados, pero no pasaron ni tres días y Eugenio lo trajo de vuelta a la casa. Nadie me preguntó, pero vi un enorme cartel en el baño que decía "gracias por recibir a Hello de vuelta", lo cual me conmovió un poco, pero no me convenció ni afiató el lazo de confianza con el animal.

Durante esos días, mientras Ema estaba en Argentina, nos quedamos con Eugenio y Hello en la casa. Eugenio mantenía una relación muy cariñosa con la fiera, mientras que cuando compartíamos espacio los tres, Hello me miraba fijo y comenzaba a acercárseme lentamente y maullando cada vez más fuerte. Su nerviosismo iba en aumento hasta que comenzaba a abalanzárseme y ahí yo llamaba desesperada a Eugenio quien alcanzó a rescatarme varias veces de sus garras.

Pasaron dos semanas en que yo y Hello no podíamos estar juntos. Cada vez que sacaba mi ropa a lavar éste intentaba agredirme mientras Eugenio lo correteaba con la silla hasta encerrarlo en el balcón, pero llegado un momento no aguanté más y le dije: "Es Hello o yo, lo siento mucho pero no puedo seguir viviendo así, con miedo. Así que o nos llevamos al gato o me voy del departamento" Entonces Eugenio se puso triste y decidió mandarlo al campo de Yunia, pero los días pasaban y las escenas se seguían repitiendo hasta que un día, nuestro amigo Ricardo lo llevó a la Sociedad Protectora de Animales, donde en una jaula gigante que compartía con varios gatos y posillos de pelets rodeados de pequeñas camitas, abandonó a Hello. La última imagen es de una foto que tomó Ricardo donde se asoma su cabeza junto a la de su futuro amigo gato através de las rejas de su nuevo hogar.

Si bien Hello siempre estaba rodeado de humanos, tenía a su amigo Chavo, bueno, en realidad era una amistad algo forzada, porque todas las tardes llegaba este blanco y peludo can a compartir su espacio, a comerse su comida y a echarse en la alfombra plácidamente haciendo caso omiso de los extraños acercamientos de Hello. Todas las tardes el chavo se echaba en silencio en el living y bastaba un minuto de distracción para escuchar una ensalada de gruñidos y maullidos. Es lo que podríamos definir como una amistad hipócrita.

El Chavo era un perro viejo que había sido encontrado por mi amigo Sven en una calle de Valparaíso, por lo que tenía gran parte de su vida recorrida y otra buena porción de mañas de perro de mundo. Sven y Ricardo andaban con Chavo de arriba para abajo por la ciudad y todas las tardes lo llevaban al depto donde se quedaba tranquilamente hasta el momento de soledad con Hello donde se producía el "encuentro". El Chavo disfrutó de los más confortables últimos días de vida hasta esa tarde, la misma en que Hello fue a parar a la Sociedad Protectora por manos de Ricardo.

Después del triste trámite de dejar al gato, Sven y Ricardo fueron con el Chavo a pasear al parque forestal, frente al Museo de Bellas Artes, donde pasaban un agradable tarde hasta que llegaron lo estudiantes. Un paro de estudiantes se tomó parte del parque y no tardaron en llegar los pacos con sus guanacos. Los estudiantes corrían desesperados mientras lanzaban piedras y con un "guanacazo" que le llegó al Chavo, éste salió corriendo, cruzó la calle y fue inmediatamente atropellado y muerto. Sus restos fueron enterrados esa misma noche junto a la estatua de Rubén Darío cercana al lugar de la desgracia, restos que misteriosamente desaparecieron dos noches después.

Quedamos todos impactados con la noticia, en un solo día nuestras mascotas habían desaparecido y Sven y Ricardo estaban especialmente tristes porque fue en contra de su voluntad y el Chavo era como una suerte de hijo de los dos y gran parte de su relación se basaba en sus cuidados y su amor.

Pero el vacío que dejó Chavo no tardó en llenarse, aunque su recuerdo no se ha borrado de nuestras memorias. Los muchachos fueron a la Sociedad Protectora a escoger otro perro. Fueron reiteradas visitas en espera del indicado, hasta que encontraron un lindo quiltro tipo coquer pero pelado, huesudo y de finas extremidades que pasó a ser la nueva mascota. Se llamó Malo Rodrigo y pasó a formar parte de sus planes y vida de pareja. Pero Malo Rodrigo no era un perro perfecto, su extremada flacura era producto de una fuerte invasión de parásitos o gusanitos que se alimentaban por él. No tardé en comprender el problema de salud que tenía Malo, cuando una noche muy cansada, luego de que Malo y Ricardo se habían ido de mi casa, me fui a acostar y antes de dar el último paso hacia mi cama pisé una húmeda plasta que había dejado malo en mi pieza, lo cual fue motivo de risas al día siguiente cuando me autoapodé "Cruela", por las sucesivas demostraciones de confianza de estos animales.

Sven Volvió a Alemania y Ricardo y Malo se irían a vivir con él dentro de dos meses, pero hace dos días, desde una casona cerca de la calle Portugal, Malo salió a explorar la vida y nunca más volvió. Ya no queremos ni otro perro ni otro gato, con nosotros mismos ya nos basta, pero siempre está ese vacío en el depto. Ya sin Malo ni Chavo ni Hello. Esta historia es en memoria de ellos que fueron parte de nuestra familia y en especial en memoria de los gatos a los que les he ganado excesivo respeto.

No hay comentarios.: